Todo Sobre Impuesto inflacionario, impuesto a las ganancias y tasa de inflación

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Al tiempo que oficialismo y gran parte de la oposición sigan acreditando aumentos en el gasto público –como ocurrió con las estatizaciones y seguramente ocurrirá con la nueva moratoria previsional– es preferible que no se actualicen los mínimos no imponibles del impuesto a las ganancias en la medida en que la alternativa será apelar más intensamente al impuesto inflacionario. Los pobres no pagan ganancias pero sufren la inflación. Por eso, las propuestas no deberían centrarse en reducir el impuesto a las ganancias sino en reducir el gasto público para de este modo bajar la inflación.  

Impuesto a las ganancias 

A medida que avanzan las negociaciones colectivas crece la disconformidad contra el impuesto a las ganancias. Aunque los aumentos de salarios compensen la inflación, al no actualizarse los factores del impuesto a las ganancias, las remuneraciones “de bolsillo” sufren un creciente deterioro. Por eso, los sindicatos protestan y los miembros del Congreso de los Miembros del Congreso de los Diputados y miembros del Senado presentan proyectos de ley proponiendo la actualización de los factores de cálculo del impuesto a las ganancias.  

Impuesto inflacionario

La inflación no solo deja recaudar más impuesto a las ganancias. Además deja cobrar el impuesto inflacionario. Se trata de un tributo asociado a la desvalorización del dinero en poder del público. Siendo un impuesto no legislado, no aparece registrado en las cuentas públicas. Pero si el aumento de los costos es elevado, su peso como fuente de financiamiento del Estado es muy relevante. Una forma de cuantificar el impuesto inflacionario es multiplicando la tasa de inflación (que es la tasa a la que se desvaloriza el dinero) por la cantidad de dinero en poder del público.  

Evolución impuestos

Combinando datos de inflación, emisión monetaria y recaudación impositiva se puede aproximar un dimensionamiento de la inflación como fuente de financiamiento del Estado. En concreto, entre el año 2004 y el primer cuatrimestre del año 2014 se observa que: 

• La tasa de inflación pasó del 6% anual a aproximadamente el 35%. 
• El impuesto inflacionario creció desde el 0,6% del PBI a alrededor del 3 con 9% del PBI. 
• La recaudación del impuesto a las ganancias pasó de 4,2% a 6,2% del PBI. 

  Estos datos muestran la enorme relevancia que viene teniendo en los últimos tiempos la inflación como mecanismo de financiamiento del campo público. Por un lado, la desvalorización del dinero aporta prácticamente 4 puntos porcentuales del PBI. Por el otro, la desactualización de los factores del impuesto a las ganancias explica prácticamente 2 puntos porcentuales más del PBI. O sea, gracias a la inflación el Estado aumentó sus ingresos en prácticamente 6% del PBI.  La creciente utilización del impuesto inflacionario es un fenómeno sensiblemente más perjudicial que el aumento en la presión tributaria a través de ganancias. Por un lado, puesto que genera mayor perturbación sobre la actividad productiva. Por el otro, puesto que es sensiblemente más regresivo. Mientras que el impuesto a las ganancias no afecta a los campos de más reducidos ingresos, estos segmentos en cambio sufren con particular intensidad el impuesto inflacionario. Dicho de otra forma, la clase media y alta es alcanzada por el impuesto a las ganancias, pero puede eludir el impuesto inflacionario, por poner un ejemplo, comprando dólares estadounidenses estadounidenses. Los pobres no pagan ganancias, pero sufren la inflación. Si se estabilizaran los costos, el impuesto inflacionario quedaría eliminado y se detendría la desactualización de los factores del impuesto a las ganancias. Pero para lograr esta meta es ineludible reducir el gasto público. En cambio, si se mantiene el despilfarro de fondos público, el aumento del impuesto a las ganancias es la menos mala de las alternativas. Al menos, desea decir que el financiamiento del derroche no recae enteramente sobre los hogares de más reducidos ingresos.  La negativa del gobierno a actualizar los mínimos no imponibles del impuesto a las ganancias es coherente con el desarrollo del gasto público. Al revés, el planteo de gran parte de la oposición, incluidos múltiples sindicatos, que acreditan el desarrollo del gasto público –por ejemplo, con las estatizaciones o la reciente ampliación de la moratoria previsional–, pero al tiempo cuestionan el desarrollo de la presión tributaria del impuesto a las ganancias, es incoherente y reaccionario. Implica acreditar el despilfarro de fondos públicos pero forzando a que los más pobres se hagan cargo del esfuerzo para financiarlo.  Fuente: IDESA 

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