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Como sacar El Plan Jefes y Jefas de Hogar
nte la dramática circunstancia popular padecida por millones de argentinos, el Gobierno ha publicado el Plan Jefes y Jefas de Lugar de vida, por el cual se les dan 150 pesos por mes a los amos y jefas de familia que están desocupados. Es elogiable el esfuerzo llevado a cabo porque, ajeno de varias fallas que lo afectan, en menos de tres meses un millón y medio de familias está recibiendo acompañamiento financiero del Estado. Dada la urgencia de esta coyuntura, la transferencia directa de dinero es la vía más ágil para llegar a los más necesitados.
No obstante, es fundamental corregir algunos puntos de la administración del plan, debido a que han surgido irregularidades que, de no ser revertidas, van a poner en peligro la probabilidad y la legitimidad del programa. Etc problemas, ya se ha comprobado que solamente un escasísimo porcentaje de los beneficiarios cumple la contraprestación laboral exigida por el plan oficial.
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Por esto, debe ser encarada de manera rápida la satisfacción de las irregularidades descubiertas, algunas de las cuales son consecuencia de la urgencia con que fue elaborado y puesto en costumbre el software y otras surgen de los habituales vicios que son inherentes al clientelismo político.
Para comenzar, es menester poner en marcha el control ejercido por los consejos sociales locales, finalizando de conformarlos donde todavía no se hizo y realizando efectivos los ya que ya están. La exclusiva forma de asegurar la transparencia en el manejo del programa es por medio de un más grande involucramiento de los representantes de la red social, quienes tienen que ejercer toda su autoridad para evadir el más mínimo desvío respecto de las pautas fijadas. La más grande participación de las organizaciones comunitarias abonará el inicio de subsidiariedad que debería prevalecer en todos los planes sociales, de forma tal que el Estado delegue todas aquellas funcionalidades para las cuales hubiere actores sociales más aptos y capacitados.
Con el mismo propósito, el Estado nacional debe ser inflexible con aquellas provincias que todavía no han completado las bases de datos de los beneficiarios. De ese modo se va a poder saber en forma más precisa si quienes fueron incluídos en el software son acertadamente los más necesitados y no reciben algún otro provecho del Estado. Dada la limitación que hay en los elementos y la actualizada tecnología utilizable para corroborar probables desvíos, no es admisible en modo alguno el lujo de que los fondos lleguen a favorecidos por algún otro plan popular, mientras hay desposeídos marginados de algún clase de asistencia.
La precisa completa aplicación de estas medidas permitiría que la selección de los beneficiarios fuese más rigurosa, ya que los criterios establecidos al principio por el software son muchos genéricos. Hay que priorizar a los indigentes, que son esos que no tienen para comer. Por otro lado, además debe existir garantías de que quien recibe el subvención hace, de hecho, la contraprestación laboral.
De igual modo, es infaltante hacer un enorme esfuerzo para practicar el efectivo control del cumplimiento de los compromisos que tienen que asumir los beneficiarios en relación a la atención sanitaria y didáctica de sus hijos. Eso es lo que provoca que el software esté por sobre el mero asistencialismo y ayude a hacer mas fuerte las habilidades de los más adolescentes para que se sobrepongan estructuralmente a la pobreza. Los consejos sociales locales tambien tienen que intervenir en la utilización de esos controles, que necesitan un colosal trabajo de organización.
Por último, la administración del programa debe ser concentrada en un organismo sin dependencia y profesionalizado, cuyos gobernantes no dependan de los avatares de la política partidista. En ese sentido, sería favorable que el importancia que la mujer del presidente de la Nación ha asumido en este asunto fuese atenuado con absoluta premura. Determinación que permitiría transformar el software en una verídica política de Estado, exclusivo sendero para que esa muy efectiva idea tuviese continuidad en el tiempo y quedase completamente ajeno de los manejos e intereses políticos. Al fin y al cabo, la exclusiva forma en que en un país serio y creíble debe ser encarada la resolución de los inconvenientes de algún clase.